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Sobre los Héroes, parte II: La falta de héroes y una generación anti-heroíca.

La escasez se define a sí misma cómo la falta o mengua de algo. La gente que vive en la escasez, por ejemplo, es gente la cual no cuenta con los recursos necesarios para subsistir, y por lo tanto, recurren a centros comunitarios para conseguir comida, o refugio para dormir. La escasez de un producto, en el caso del mercado, es lo que lleva a su consecuente precio elevado, o cómo se podría decir, inflación. La falta de "x" (en éste ejemplo, digamos, tomate) y una elevada demanda (es decir, los clientes quienes buscan comprarlo) llevará a que "x" tenga un valor más caro. En la naturaleza, se denomina "escasez" a la poca o nula presencia de una especie en zonas salvajes, lo cual lleva a estudiar un posible caso de especie en peligro de extinción. En todo caso, la escasez se refiere a la falta de algo, y su consecuente falta, acarrea todo tipo de problemas.

¿Y con los héroes?

El problema principal de la sociedad moderna actual no es el racismo, o la pobreza, o la falta de oportunidades entre hombres y mujeres. El problema principal de la sociedad, es la falta de una figura que se eleve por encima de toda otra situación, cómo compás moral y guía sobre las ocurrencias del mundo actual. La falta de ésta figura "heroíca", es decir, el modelo a seguir, ha llevado a que gran parte del conjunto al que conocemos cómo "ciudadanía" se sientan caídos del sistema, o en todo caso, sin un propósito fijo. Ésta escasez también se refleja en una sociedad donde los valores y los buenos modales no poseen valor absoluto, si no que todo es ganado a base de nepotismo, corrupción y engaño en sí.


Phillip Zimbardo, 30 años antes de publicar junto a Zeno Franco su artículo sobre la banalidad de los héroes, fue parte del proyecto llevado a cabo por la Universidad de Stanford, conocido cómo "El Experimento de la Prisión de Stanford". Los 24 jóvenes que participaban en el experimento, fueron llamados aleatoriamente cómo "guardias" y "prisioneros". Aquellos que pertenecían al bando de los prisioneros, fueron obligados a desvestirse ante los guardias y ponerse sus uniformes de prisionero, cómo una auténtica entrada a prisión.
Sin embargo, en la madrugada del segundo día, los detenidos se negaron a hacer caso ante las órdenes de los "guardias", lo cual llevó a un incidente donde los guardias empezaron a rociarles con extintores, a fin de calmar la rebelión. Aquel día fué el inicio de numerosas torturas y malos tratos, las cuales terminaron el día sexto, tras la llegada de los familiares.

El concepto sobre la banalidad del heroísmo, de las cuales hablan Franco y Zimbardo, sugiere que todos sómos posibles héroes esperando a la oportunidad de demostrar alguna hazaña o acción heróica. Sin embargo, al igual que en la falsa prisión de Stanford, la situación de la simulación entre guardias y prisioneros los llevó a tomar decisiones que nunca hubiesen tomado en su vida diaria. También, aquellos guardias encargados del mantenimiento de la "cárcel" veían las torturas, pero por su parte, decidieron no actuar. Ésto lleva a su relación con el efecto Bystander, o la falla por inacción. La creencia de que si alguna emergencia ocurre, alguien seguramente hará algo por ayudar, mientras que nosotros hacemos caso omiso a éste incidente. Esa misma es la situación que complica al heroísmo en el día de hoy. La falta de la presencia del "héroe", el compás moral, lleva a que todos seamos cómplices de los hechos malintencionados de nuestra sociedad moderna.

El heroísmo y el altruismo van de la mano, aunque no sean lo mismo. En el caso del altruismo, alguien da todo por ayudar a una persona, sin esperar nada a cambio. Por su lado, el heroísmo involucra al héroe a lograr un objetivo, el cual es incapaz de ser realizado por el resto, y el sacrificio que está dispuesto a hacer. Cómo escribí anteriormente, David es un héroe para el judaísmo y el cristianismo, no sólamente por ser rey, si no también por haber matado al gigante Goliat, el cual aterraba aún al ejército en el cual también estaban sus hermanos. El legendario rey Arturo conseguía llegar al poder al ser el único capaz de arrancar a Excalibur de la piedra, siendo reconocido cómo rey aceptado divinamente y heredero de Uthyr Pendragon.

El heroísmo involucra algún tipo de objetivo o meta a conseguir. El heroísmo también conlleva la pérdida, o el riesgo a perder algo, e incluso, de sacrificarlo. Abraham, tras finalmente tener junto a él a su hijo Isaac ya crecido, es desafiado por Dios mismo a sacrificarlo. Gilgamesh, tras entablar amistad con Enkidú, sufre su pérdida, a tal punto que se lamenta "cómo una viuda se lamenta por su esposo". Por último, Siddharta Gautama, proviniente del clan Shakyamuni, se niega a continuar con sus honores de príncipe, y decide tomar un estilo de vida más libre, dejando todo su pasado atrás y convirtiendóse, finalmente, en el Buda.

Por último punto, el heroísmo proviene desde adentro de uno mismo; un medidor ético que lleva a discutirse si las actitudes tomadas, o las acciones realizadas valieron la pena, o no. Más aún teniendo todo ésto en cuenta, hay una parte fundamental que aún no ha podido ser resuelta: que es lo que lleva a un hombre, impulsado por estas cualidades únicas, a actuar. Cual es ese "click" que hacen que una persona actúe, en vez de dejar pasar la oportunidad para ayudar al otro, o para combatir ante el mal. Se cree que la respuesta para éste enigma, sería la "imaginación heróica". La capacidad de imaginar que nos enfrentamos a situaciones de riesgo físico o social, de luchar con los problemas hipotéticos que estas situaciones generan y de considerar las propias acciones y sus consecuencias. Franco escribe:

"Al considerar estas cuestiones de antemano, el individuo está más preparado para actuar cuando surja un momento que requiera heroísmo. Reforzar la imaginación heroica puede ayudar a las personas a ser más conscientes de las pruebas éticas que entrañan las situaciones complejas, al tiempo que permite al individuo haber considerado ya, y hasta cierto punto trascendido, el coste de su acción heroica. Verse a uno mismo capaz de la determinación necesaria para el heroísmo puede ser el primer paso hacia un resultado heroico."

Los errores cruciales que nuestra sociedad comete, según Franco, es disminuír el ideal del heroísmo, al negarse a reconocer la contribución de nuestros próceres, y al refrenarse de confrontar las formas más exigentes de éste idela heróico.

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Sobre los Héroes, parte I: Sobre que es un héroe, y quien puede ser considerado héroe.

Un "héroe" proviene del griego "heros" que significa, literalmente, "protector". Hero era un nombre femenino, del que proviene la palabra actual en inglés para héroe "Hero" justamente, y el nombre de Hera, la Reina de los Dioses.
Los héroes griegos eran personas dignas de admirar; mucho menos que un dios y mucho más que un hombre. Sus proezas históricas hablaban por ellos mismos, gente que se había dedicado a luchar por el bien de los demás, quienes formaban parte del vulgo popular, pero eran sus protectores aún más allá de la muerte. Ésta tradición de reverenciarlos para mantenerlos presentes perduró en toda Grecia de diversas formas, y cada localidad tenía a sus propios héroes, de forma que muchos de sus nombres se han perdido hasta el día de hoy.

Aquiles, por ejemplo, era uno de los más conocidos. Un semidios, el cual poseía una maravillosa destreza físics y una capacidad de comunicarse personalmente con los dioses, mientras al mismo tiempo era una bestia llena de sangre y venganza en contra de sus enemigos.
Hércules, otro héroe reverenciado hasta la posteridad, era hijo de una relación entre Alcmene, una humana, y Zeus, el dios del Olimpo. Cierto día, Hércules sale al campo a trabajar con el ganado de su padre, cuando se encuentra con Kakia y Areté, es decir, La Malicia y La Virtud, quienes le ofrecen decantarse por una vida de comodidades o una vida gloriosa pero llena de adversidades. Eligiendo ésta última opción, la vida de Hércules dió un cambio de 180 grados. La muerte de su amada Megara a manos suyas por culpa de Hera, y la persecución que sufrió por ésta, no se comparan a las gloriosas 12 labores, las cuales dan fé de su increíble fuerza y la vida, aunque tormentosa, que llevó mientras le servía a Euristeo.

Un héroe, por lo tanto, podía ser real o ficticio. Sus acciones eran dignas de admirar, puesto que tenía el valor y el sentido moral de enfrentarse a cualquier adversidad que se le encuentre. El héroe, en pocas palabras, no sólo era protagonista de su propia historia, también era el puente mediante el cual los valores éticos y morales se inculcaban en las generaciones venideras. Un héroe, por lo tanto, era un mesías, un líder, la inspiración para el hombre por venir, en parte ficción, en parte realidad.

Pero no puede existir un héroe sin el heroismo. El heroismo se define cómo un conjunto de características o cualidades heroícas, o dignas de un héroe, ante el peligro. Es ésta fuerza oculta, el "heroísmo", lo que hace que el héroe salga de uno, la valentía o agallas de cada uno para enfrentarse a aquello que parece imposible. David, delicado cómo niño, tomó las piedras para matar con su honda al gigante Goliat, quien aterraba a todo Israel. Esta valentía no puede provenir de nadie más que un héroe, alguien dispuesto a romper los límites que para el ser humano son imposibles.

Muchos hombres a lo largo de la historia se deíficaron al punto de hacerse pasar por dioses. Éstos serían, en todo caso, los héroes de sus propias culturas. Reyes cómo Naram-Sin, quien aplastaba las rebeliones constantes contra su pueblo; gobernantes cómo Napoleón, cuyas hazañas en el campo de batalla decidieron el destino de Francia y el mundo, o Alejandro Magno, el macedonio, a quien no había forma de detenerle y su sed de ambición le mantenía vivo.

Sin embargo, algo que vale la pena discutir en la era actual, es la falta del héroe. Conforme el mundo fué evolucionando, la mirada sobre el heroísmo cambió dependiendo de quien estuviese narrando la historia. Las virtudes y la moralidad han cambiado, dando paso a más dudas que respuestas. En una sociedad globalizada donde no parece haber una señal de "paro" ni límites definidos, cada día nos vemos cómo simples testigos de mayor violencia, mayores injusticias y muchas más problemáticas que afectan nuestra vida diaria. La escasez de una figura más grande que la vida misma, la cual le sirva de ejemplo y de inspiración a miles de personas, ha llevado a una "conglomeración moral" entre lo que es bueno y lo que no, lo que es justo y lo que no, causando estragos.

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La Sociedad de los Puños Justos y Armoniosos, también conocidos cómo los Boxers, al igual que muchos otros grupos secretos y sectas que solían existir, buscaban "gobernar" y obtener el poder en las zonas rurales de toda China, donde la influencia del orden Imperial no llegaba. Éstos grupos no sólamente actuaban cómo un reemplazo al sistema imperial, si no que también administraban zonas donde la corrupción era rampante y no existía una fuerza que la frenase.

Ante la llegada de misioneros alemanes, La Sociedad (cómo la vamos a llamar desde ahora), percibió esto cómo una amenaza a las tradiciones y costumbres chinas. El movimiento originado en Shandong se expandió cómo la pólvora, y en poco tiempo, el movimiento anti-cristiano y anti-occidental que La Sociedad llevaba a cabo llegó a las grandes ciudades, y a las capitales. Los pequeños grupos secretos cooperaban entre sí, cada uno con el mismo objetivo: eliminar la influencia cristiana en China.

Éstos rumores llegaron a oídos de Dezong, el emperador, quien envió a uno de sus delegados del ejército a comprobar si era verdad que éste grupo "de Justicia Nacional" estaba compuesto por diez mil personas quienes no dudaban en usar la violencia. Más al comprobar que todo este gentío era nada más que un rumor, un conjunto de pequeñas organizaciones que buscaban preservar el estatus cultural chino, decidió dejar de lado el asunto. Más al ser depuesto poco tiempo después por su propia tía Cixi, Dezong seguramente se percató de que había sido un grave error no actuar antes.

En Zhili, en Hebei y en Shandong, el movimiento de la Sociedad ya era notorio. La población en general agitaba contra la presencia de los misioneros en tierras chinas. Cixi, por su parte, dictó un edicto en el cual, el gobierno defendía al movimiento de la Sociedad, y hasta les pedía a las autoridades locales que se uniesen al movimiento. El descontento llevó a que diversas naciones en conjunto envien tropas a defender a los misioneros, lo cual fué interpretado por la población china cómo una amenaza a la soberanía. La situación no hizo más que empeorar, y al poco tiempo, al ya estar las tropas extranjeras en China, el movimiento extremó sus medidas. La quema de iglesias y de los creyentes dentro de ellas se hizo cada vez más frecuente. Aquí empezó la conocida Rebelión Boxer.

Sin embargo, en medio de tanta violencia y crueldad, hubo un hecho que trasciende la realidad y la ficción: El pequeño grupo de las Linternas Rojas.

La Sociedad prohibía en aquel tiempo que cualquiera que estuviese en sus filas tuviese contacto con una mujer; ni sexual, ni físico. Las mujeres, según la ideología de La Sociedad, eran vistas cómo "sucias" e "impuras". Más la percepción de La Sociedad cambió cuando las Linternas Rojas se insertaron a sí mismas en las filas de su pseudo-ejército debido a sus extrañas y misteriosas "habilidades especiales".

Lin Hei'er, hija de un artista itinerante, y una gran acróbata, sufrió mucho a causa de la muerte de su esposo, Li Youchuan, con quien se había casado a una temprana edad. Youchuan murió en prisión tras ser arrestado por fuerzas británicas debido al comercio de opio, lo cual golpeó fuertemente en Lin. Debido a su enojo, Lin Hei'er viajó a Tianjin, donde conoció al líder de la Sociedad, Zhang Decheng, y fundó a las Linternas Rojas, y aprendió el estilo Yi-he.

Sin embargo, nadie gana respeto por hacer nada. Tras rehúsarse a estar del lado de La Sociedad, el gobernador Yulu, de origen manchú, decidió ponerse en contra de los militantes. Bajo sus órdenes, Yulu envió tropas bajo órdenes de matar a quienes simpatizaban con La Sociedad, hasta llegar a sus líderes. Pero al poco tiempo, Yulu pronto se vió perdido en una auténtica encrucijada: sus oficiales habían sido asesinados, así cómo sus intentos por acabar con la rebelión parecían haber sido en vano, tan sólo logrando atrapar a un puñado de militantes por las calles. Fué en aquel momento que Lin Hei'er habló (bajo condiciones aún desconocidas) frente a frente con él, y en un giro imprevisto, convenció a Yulu de ponerse del lado de la rebelión. Tal hecho ayudó a que las Linternas Rojas sean bien recibidas entre los chinos, al punto que incluso las personas se inclinaban rindiendóles respeto y quemando incienso en su honor.

Otras dos órdenes existían además de las Rojas: las Linternas Azules y las Linternas Negras, e incluso en Tianjin, donde alcanzaron un estatus importante, existió la división de las Linternas Verdes. Pero ninguna de las tantas ramas acarreaba tanto prestigio y enigma cómo las Linternas Rojas. Se dice que las jóvenes eran capaces de flotar, de volar en el aire, de caminar sobre el agua mientras repetían mantras, e incluso de hacer que las armas de fuego no tengan utilidad alguna. Se dice que Cui Yue-hon, otra de las Linternas Rojas, era capaz de quemar casas con sólo agitar su abanico. Otras, cómo Wong Lin, gozaban de la fama de ser capaces de "curar todo tipo de enfermedad" con hierbas medicinales. De la misma forma, Lin tenía la fama de ser capaz de curar cualquier tipo de herida salpicándoles agua a los heridos, e incluso de revivir a los muertos. Sin embargo, aún todas éstas habilidades no fueron capaces de librarle de un trágico pero misterioso final.

Se sospecha que tras ser capturada, Lin Hei'er murió en aquel mismo año de 1900. Sin embargo, la información es confusa: algunos dicen que el gobierno mismo la ejecutó, y otros, que murió en una pelea con otro recluso. Más algunos, hasta el día de hoy, sostienen que Lin logró escapar de las garras de la muerte, fugándose antes de ser ejecutada, y viviendo una longeva vida hasta el día de su muerte.

Las Linternas Rojas eventualmente fueron decayendo en número tras el final de la guerra, en 1901, y finalmente, desaparecieron. Hasta el día de hoy, el episodio sobre las Linternas Rojas es sujeto de estudio entre aquellos interesados en la Rebelión Boxer.

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Lo crean o no, los reconocidos Monjes Shaolin pelearon ante los Wokou o Piratas Chinos en la década del 1550. Suena a algo de película pero realmente ocurrió.

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Lo que estas viendo en la imagen, es un gancho para elefantes, o ankusha, proviniente de la India, aproximadamente del siglo 17.

Pero... ¿Para que sirve el gancho?

Los ganchos para elefantes comúnmente consisten en una larga varilla, de acero o de bronce (aunque también pueden ser de madera, o algún otro material), a la cual se le adhiere un filoso gancho común de metal, o algún filo especial, diseñado exclusivamente para someter a los elefantes cuando éstos se salen de control, por parte de su adiestrador, o quienes van junto a él.

Un gancho para elefantes varía de tamaño. Algunos llegan a medir 60 centímetros, otros 90, y algunos otros son mucho más cortos. Su longitud depende de la zona que el adiestrador desee dañar: las orejas, su cabeza, o sus piernas, por dar algunos ejemplos.

La piel de los elefantes es extremadamente sensible. El grosor de su piel pasa desde una pulgada en las zonas más robustas, cómo sus patas y espalda, hasta ser cómo una hoja de papel, justamente en las áreas donde se suele utilizar el gancho: las orejas, la boca y la cabeza del animal. Comúnmente, el gancho se utiliza para "raspar" al animal, así cómo con los caballos, con tal de detenerlo. Más en ciertas ocasiones donde todo se sale de control, ciertos adiestradores suelen clavarlo en las orejas o en la cabeza, infligiendo un daño mucho mayor del previsto, cómo castigo al elefante.

En la India, y en otros varios lugares de toda Asia, estos ganchos son decorados con gemas y joyas, especialmente cuando se trata de celebraciones religiosas, y suelen mantenerse dentro de templos para su próximo uso. En el hinduísmo, y en el budismo, los ganchos para elefantes suelen ser objetos usados para representar la introspección, la reflexión y la apercepción.

Se cree que el gancho que se aprecia en la imagen puede haber sido utilizado en celebraciones religiosas.

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Om

Un lugar donde se publican artículos de historia, mitología y cultura bastante interesantes.